Su nombre era Joe Delaney y fue durante un breve período de tiempo el mejor corredor que tuvo la Conferencia Americana de Fútbol. Y él jugo para los Jefes de Kansas City. En 1981 fue el Novato del Año. Y en sus dos temporadas con los Jefes, Joe Delaney estableció cuatro récords de franquicia que se mantendrían durante más de 20 años. Pero un día de Junio lo regaló todo. Joe estaba de regreso en su ciudad natal de Monroe, Luisiana, sentado bajo la fresca sombra de un árbol cuando escuchó la voz de tres niños pidiendo ayuda. Tres niños se habían sumergido en aguas poco profundas de cuatro pies y, sin previo aviso, el fondo del lago alcanzó los 20 pies de profundidad y los niños se estaban ahogando. Ninguno sabía nadar. Cuando Joe vio lo que estaba sucediendo, corrió hacia el lago para intentar rescatarlos.
El único problema era que Joe no sabía nadar. ¿Por qué no le pidió a alguien más que ayudara a esos tres niños? Quiero decir, había cientos de personas en el parque y nadie más quiso intervenir. Nadie, ni su esposa ni su madre, habían visto nunca a Joe nadar como un perro. De hecho, un año y medio antes, cuando Joe fue al Tazón Profesional en Hawái como corredor titular de la Conferencia y Novato del Año, nunca puso ni siquiera el dedo meñique en el océano o en la piscina.
Joe, sin pensar en su propia seguridad, salió corriendo para salvar a esos niños. El único niño que fue rescatado dijo que sintió que sus pulmones se llenaban de agua mientras se hundía en el fondo frío cuando de repente una mano enorme lo agarró y empujó fuera del agua profunda y de regreso a la orilla poco profunda.
Luego, Joe se dio la vuelta y trató de sumergirse para salvar a los otros dos niños, pero él y los niños nunca volvieron a salir.
¿Por qué habrá sido que Joe Delaney saltó al agua ese día? Porque simplemente no podía haberse quedado quieto y presenciar que los niños perecieran. Así que se lanzó e intentó hacer todo lo que pudo para salvarlos.
Vivimos en un mundo donde la gente se está ahogando en su pecado, y si alguien no intenta rescatarlos, pasarán su eternidad separados de Jesús en un lugar terrible llamado Infierno. Bueno, ahora que eres seguidor de Jesús, probablemente quieras hablar con tu familia y amigos sobre lo que Jesús ha hecho en tu vida porque quieres que ellos tengan la misma relación que tú tienes con Jesús.
Entonces, ¿cómo hacemos eso? ¿Cómo planteamos conversaciones espirituales y cómo compartimos la diferencia que Jesús ha hecho en nuestras vidas? Bueno, proponer conversaciones espirituales es más fácil de lo que la mayoría de la gente se imagina. De hecho, estás a sólo una pregunta de tener una conversación con tu amigo o familiar sobre el destino en la eternidad
Aquí hay algunas preguntas que utilizo para iniciar conversaciones de temas espirituales. Por ejemplo ¿Alguna vez has pensado que debe haber algo más en la vida que lo que estas viviendo? O, ¿qué tal esta pregunta, ¿cuál crees que es tu propósito en la vida? ¿O, crees que el cielo y el infierno existen? ¿O qué crees que sucede después de la muerte?
Ahora, cuando hagas una de esas preguntas, tu trabajo es escuchar atentamente su respuesta para luego compartir lo que piensas.
Cuéntales cómo Jesús le ha dado un propósito a tu vida. Diles que el cielo y el infierno son verdaderos lugares y que la gente realmente termina yendo a un lugar u otro. Cuéntales cómo Jesús cambió tu vida.
Así es, antes de compartir nuestra historia de cómo Jesús cambió nuestra vida, primero debemos equipar a nuestra historia.
Aquí tienes tu tarea si decides aceptarla. Quiero que hoy escribas tu historia de cómo Jesús cambió tu vida y quiero que compartas tu historia con la iglesia. Tenemos un sitio en la red que te ayudará a escribir tu historia. Simplemente ve a sagebrush.church/story y envíanos tu historia.
También nos puedes enviar tu historia por correo electrónico desde ese sitio en la red. Ahora, cuando te sientas a escribir tu historia, hay tres elementos que debes incluir . Primero, necesitas hablar sobre cómo era tu vida antes de convertirte en cristiano. En segundo lugar, debes hablar sobre cómo te convertiste en cristiano. Y, en tercer lugar, debes hablar sobre cómo ha sido tu vida desde que te convertiste en cristiano.
En el libro de Juan capítulo 9, hay una historia sobre un hombre que nació ciego, a quien Jesús sanó. La vida de este hombre fue cambiada por Jesús. Cuando la gente se reunió para saber qué fue lo que sucedió, él hombre simplemente compartió su historia.
La gente que estaba en la multitud ese día le preguntó: "¿Cómo, pues, fueron abiertos tus ojos?" preguntaron, y él respondió: "El hombre que llaman Jesús hizo un poco de barro con sus manos y me lo puso en los ojos. Me dijo que fuera a Siloé y me lavara, así que fui y me lavé, y entonces pude ver".
¿Viste lo que sucedió? Simplemente compartió su historia. Esto es lo que Dios ha hecho en mi vida. Y dijeron: "¿Dónde está este hombre?" Y como este hombre estaba dispuesto a compartir su historia, otros quisieron conocerle para corroborar lo que habían escuchado.
Amigo, tu historia también puede marcar la diferencia en la vida de otra persona. Ahora, he oído a la gente decir: "Realmente no tengo una historia muy interesante. Nunca consumí drogas. Nunca fui alcohólico. Así que mi historia no es tan buena. Ni siquiera puedo decirte cuándo me convertí en cristiano. O cuando empecé a ir a la iglesia y después de un tiempo todo empezó a tener sentido para mí. Mi historia no es tan dramática".
Necesitas entender algo, si esa es tu historia, tu historia resonara con las personas cuya pasado es compatible con el tuyo. Eso significa que hay personas que han pasado por tu mismo camino y podrán relacionarse mejor contigo. Así que escribe tu historia.
Nuevamente, habla sobre cómo era tu vida antes de que aceptaras a Jesús. Habla sobre cómo te convertiste en cristiano. Habla sobre cómo ha cambiado tu vida desde que le pediste a Jesús que entrara en ella.
Ahora, déjame darte algunas ideas para compartir bien tu historia. ¿Estás listo? Primero, se breve. Tienes que contar tu historia en menos de dos minutos. La gente no te dará mucho más tiempo que eso. En segundo lugar, no utilices palabras eclesiásticas. Es decir, no utilices palabras que las personas no entiendan. Habla como lo haces normalmente a través de palabras cotidianas.
Así hablaba Jesús. A Jesús nunca lo veremos caminando mientras gritaba: "Alabado sea el Señor, aleluya, soy salvo por la sangre del Cordero".
Y, por último, no seas insistente. Cuando tengas la oportunidad de compartir tu historia con alguien, no te empeñes en que todas las conversaciones posteriores sean sobre Jesús.
No sigas hablando y hablando de este tema hasta que finalmente decidan. Simplemente comparte lo que Dios ha hecho en tu vida y deja que Dios se encargue del resto. De vez en cuando invítalos a venir contigo a la iglesia, pero déjalos ir a su propio ritmo.
Muchas veces nos emocionamos tanto que terminamos forzando a que las personas nos escuchen hablar acerca de Jesús en contra de su voluntad. Así que no seas así.
Compartir a Jesús con alguien es tan sencillo como cuando un amigo le cuente a otro amigo sobre el mejor amigo que ha tenido en su vida.
¿Y acaso no te alegra que alguien se haya preocupado lo suficiente por tu eternidad como para compartir a Jesús contigo?
Así que toma una hoja de papel o usa tu computadora. Comienza a escribir tu historia acerca de lo que Jesús ha hecho por ti. Practica compartir tu historia una y otra vez. Asegúrate de que dure menos de dos minutos. Y no olvides enviarnos tu historia por correo electrónico para que podamos ayudarte.
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