Proximos Pasos: Semana 2

Próximos Pasos: Semana 2 Dia 1

Transcripción de vídeo

Hoy vamos a hablar acerca de la oración. Para que tú y yo tengamos una relación cercana con Dios, tenemos que pasar un tiempo hablando con Dios, así que te aliento a que comiences tu día con un par de minutos de oración, simplemente hablando con Dios sobre lo que está pasando en tu vida. Y después, durante el día, has oraciones cortas. Mi intención es que camines con Dios y hables con El todo el día y, al final del día, dediques unos minutos para hablar con Dios, antes de irte a dormir. Entonces, hablemos de cómo podemos hacer esto de manera práctica, porque cuando yo entregué mi vida a Jesús por primera vez, no tuve la menor idea de cómo orar o qué decir cuando oraba.

Veamos primero lo que no es la oración. La oración no se trata de usar grandes palabras que impresionen a Dios y a otras personas. Recuerdo que cuando era niño, había un hombre en nuestra iglesia que hacía oraciones tipo Reina Valera. ¿Alguna vez has oído hablar del tipo de oración Reina Valera? Sería así: "¿Por qué eres tú, nuestro Padre celestial? Te rogamos, nuestro Padre celestial, que vengas con tu divina presencia, nuestro Padre celestial". Y cuando era niño pensé: "Este hombre seguramente debe estar cerca de Dios". Pero a medida que fui creciendo, pensé que esa forma de orar era un poco extraña. Te imaginas a tus hijos si dijeran: "Oh, grande y magnífico, es un honor para mí estar en tu presencia y cumplir tus órdenes". Yo no quiero que mis hijos hagan eso. Ahora, si mi esposa quisiera hacerlo, yo no tengo ningún problema.

La oración es simplemente hablar con Dios como se habla con cualquier otra persona. Y no se trata de usar palabras elegantes. La oración tampoco se trata de cuánto tiempo nos tome. Jesús dijo en Mateo 6-7: "Cuando ores, no parlotees de manera indescifrable como hacen los gentiles. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta solo por repetir las mismas palabras un ay otra vez."

En la época de Jesús había personas que pensaba que la duración de la oración era lo que impresionaría más a Dios. Por lo tanto, si una persona sólo oraba durante 30 segundos, Dios no le daría mucha atención. Pero si oramos por una hora, Dios quedará tan impresionado que simplemente te dará lo que le pidas. El poder de nuestras oraciones no está en función de la duración de nuestras oraciones, sino en la persona con la que estamos hablando. La mayoría de las oraciones documentadas para nosotros en la Biblia, se pueden realizar en 60 segundos o menos. Entonces, no necesitamos hablar con Dios por muchas horas. Para reiterar, me gusta enviar oraciones cortas a Dios durante todo el día y simplemente hablo con Él sobre todo lo que está sucediendo en mi vida.

También, la oración no se trata de convencer a Dios o de tratar de encontrar una manera de forzar a Dios para que podamos obtener lo que deseamos. La oración no se trata de tener una lista de deseos que esperamos Dios haga por nosotros. ¿Y sabes qué? Esto nos perturba un poco porque queremos aprender a orar de tal manera que podamos lograr que Dios diga sí a lo que le pedimos. Pero la oración no se trata de cambiar las decisiones de Dios. El propósito de la oración es nuestra transformación.

Por eso, ¿de qué deberíamos hablar con Dios cuando oramos? La respuesta es que podemos hablar con Él sobre cualquier tema y deberíamos hacerlo frecuentemente acerca de todos los temas habidos y por haber. Esa es mi opinión. Si es importante para ti, es importante para Dios. Permíteme repetirlo. Si es importante para ti, es importante para Él también, porque Dios quiere que compartas tu corazón con Él.

Cuando fui un nuevo cristiano, mis oraciones estaban muy desorganizadas hasta que aprendí una pequeña clave que me ayudó mucho. Ahora bien, esta clave nos sirve como guía para que podamos crecer en nuestros hábitos de oración. Esto me ayudó mucho en aquella época cuando no estaba seguro de cómo acercarme a Dios en oración.

La primero debe ser la Adoración. Entonces, cuando empieces a orar, debes adorar a Dios. Eso es lo que significa esa palabra. Significa adorar. Cuando comenzamos a orar, pensamos en lo maravilloso que es tener el privilegio de hablar con Dios, el creador de los confines del universo. Cuando comenzamos nuestras oraciones, le decimos a Dios cuanto lo apreciamos y admiramos. Piensa sobre esto. El Dios que creó los confines del universo quiere pasar tiempo conmigo. El Dios que entregó a su único hijo para morir en una cruz por mis pecados y mi vergüenza, quiere pasar toda la eternidad conmigo. Cuando te detienes y piensas en esto, te darás cuenta que hay muchas cosas por las que podemos adorar a Dios. Por ejemplo, su carácter es santo. Su verdad es absoluta. Su fuerza es infinita. Su perdón es incondicional. Y su plan es perfecto. Él siempre es fiel. Él siempre se preocupa por nosotros y nunca está demasiado ocupado para estar al pendiente de nosotros.

Te recomiendo que comiences tu oración simplemente diciendo algo como esto: "Querido Padre Celestial, te alabo porque me amas con un amor infinito. Te alabo porque Tu fuerza es infinita y porque siempre estás ahí para mí". Ahora, cuando dedico unos momentos para decirle a Dios lo grande que es, eso mantiene mi vida y mis problemas en perspectiva. Me ayuda a tener presente que Dios es más grande que cualquier problema que enfrentaré hoy. Y saber que Él está allí para ayudarme, es un gran cambio en mi vida. Él puede ayudarme con cualquier reto que yo esté enfrentando.

Después tiene que haber Confesión. Aquí es donde dedicamos unos minutos para confesar nuestros pecados. Aquí es donde todos cometemos un error. Quiero decir, vas a fallar todos los días. Pero cuando una persona confiesa su pecado, esa persona simplemente está de acuerdo con Dios de que lo que hizo estuvo mal. Creo que deberíamos confesar nuestros pecados uno por uno. También me parece que es una especie de rutina simplemente decir: "Oye, Dios, por favor perdóname por todos mis pecados". Cuando yo solía hacer ese tipo de oración, realmente nunca vi que ni mi actitud ni comportamiento cambiaran porque no me había enfocado en mi pecado a través de mis malos actos. Por lo tanto, cuando confesamos nuestros pecados, debemos hacerlo uno por uno, porque eso nos hace pensar en el daño que nos hicimos a nosotros mismos, a otras personas, y principalmente al corazón de Dios.

Entonces, si dijiste algo que no deberías haber dicho, si hiciste algo que no deberías haber hecho, si ignoraste una necesidad que podrías haber satisfecho, debes confesárselo a Dios.

La Biblia dice en Santiago 4-17: "Recuerden que es pecado saber lo que se debe hacer y luego no hacerlo". Por consecuencia, al confesar mis pecados todos los días, evito que el orgullo levante su fea presencia en mi vida y me haga pensar que soy mejor de lo que realmente soy. Al confesar mis pecados, siempre recuerdo que sigo siendo un trabajo en progreso y que necesito a Jesús ahora más que nunca.

Así es como han resultado algunas de mis confesiones a lo largo de los años. "Señor, ayer herí a mi esposa con mis palabras. Fui cruel. Fui insensible. Fui pecador. Anoche le hice una promesa a uno de mis hijos, y luego no la cumplí. Miré cuando debería haber apartado la mirada. Chismeé cuando debería haber mantenido la boca cerrada. Exageré para aparentar ser mejor de lo que realmente soy. Tuve la oportunidad de hacer una diferencia en mi vida al satisfacer una necesidad, Señor. Pero no me involucré".

Los invito a comenzar a adorar a Dios. Para después confesar nuestros pecados y pedir perdón a Dios.

Después tiene que haber una Acción de Gracias. Esta es nuestra oportunidad de agradecer a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros. Tenemos mucho que agradecer, ¿no es cierto? Puedo agradecer a Dios por mi familia, por mi casa, por esta iglesia. Puedo agradecer a Dios por mi salvación y el precio que Jesús pagó por mi pecado. Puedo agradecer a Dios por la paciencia y bondad que me brinda todos los días. Puedo agradecer a Dios por mi trabajo. Puedo agradecerle por mi comida. Puedo agradecerle que me ha dado dones, talentos y habilidades que puedo utilizar para sus propósitos.

Y finalmente tiene que haber una Súplica. Esto significa que podemos pedirle a Dios lo que necesitemos. Aquí es donde pedimos a Dios por nuestras necesidades y las de los demás a través de la oración. Por eso hago oración por cada uno de los miembros de mi familia, uno por uno. Oro para ser un esposo y padre piadoso. Rezo por mis amigos. Oro por aquellos que Dios ha puesto en mi vida que no tienen una relación con Dios. Le pido a Dios que me use para ayudarlos a ver lo que les falta en sus vidas para que puedan tener una relación con Dios. Oro en todo lo que digo y en todo lo que hago, para actuar como lo haría Jesús.

Una vez que hayas terminado de escuchar este mensaje, esto es lo que quiero que hagas. Quiero que te tomes un tiempo para que hables con Dios en oración. Dile algo que admires de Él, y luego confiesa uno o dos pecados que hayas cometido recientemente y dile que ya no quieres volver a hacer esas cosas. Y luego agradécele por todo lo que ha hecho por ti y platica con Él sobre lo que necesitas. Y a medida que avance el día, envía esas breves oraciones a Dios durante todo el día. Cuanto más hables con Él, más cerca estarás de Él. Recuerda, es casi imposible tener una relación cercana con alguien con quien nunca hables. Por lo tanto, dedica unos minutos todos los días para estar en la presencia de Dios y disfruta todos y cada uno de los momentos de tu día con Él.