Primeros Pasos: Bautismo

Estudio Bíblico de Juan: Día 4

Lee Juan 4:1-54.

Piensa por un momento en la última vez que tuviste mucha sed. ¿Recuerdas lo desesperado que te debiste haber sentido por un trago de agua? ¿Recuerdas el alivio que sentiste cuando finalmente pudiste beber agua y tu sed fue saciada?

Suena bien, pero hay un problema. Podemos beber toda el agua del mundo, pero eventualmente, tendremos sed nuevamente. Hoy descubriremos que Jesús nos ofrece un agua muy especial con la que no habrá más sed.

En el capítulo 4 del libro de Juan, Jesús estaba en una ciudad de nombre Samaria. Ahora, hay algo que necesitas saber sobre Samaria para comprender bien esta historia. Samaria estaba formada por personas que no eran completamente judías donde parte de sus antepasados eran de origen extranjero. Debido a esto, los judíos veían a los samaritanos como impuros y no se asociaban con ellos. Muchas veces, los judíos hacían todo lo posible para evitar pasar por Samaria mientras viajaban.

Hora bien, imagina la sorpresa de todos los que debieron haber presenciado cuando Jesús estaba sentado cerca de un pozo de agua, mientras conversaba con una mujer samaritana. Él la miró y le pidió agua. Ella respondió, diciendo que estaba sorprendida de que Jesús le pidiera a una mujer samaritana un trago de agua. Jesús le habló con palabras que seguramente debieron haberle cambiado la vida. “Si tan solo supieras el regalo que Dios tiene para ti y con quién estás hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva.” (Juan 4:10). Naturalmente, ella preguntó, “¿Dónde puedo conseguir esta agua viva?” Jesús le dijo que cualquiera que beba de Su agua nunca volverá a tener sed. Por supuesto, ella respondió pidiendo, “¡Deme de esa agua!” (versículo 15).

Después, Jesús le dijo algo extraño. “Ve y trae a tu esposo” (versículo 16). A lo que la mujer respondió: “No tengo esposo” (versículo 17).

En ese momento Jesús estaba sacando a relucir un área sensible en la vida de la mujer samaritana porque confirmó que lo que ella dijo era cierto. De hecho, no tenía esposo, pero había tenido cinco esposos en el pasado (versículo 18). No sabemos por qué había tenido cinco esposos. Podría haber sido por divorcio o porque habían fallecido. Sea cual sea el caso, ella tenía un pasado complicado lleno de vergüenza y dolor. Al sacar a relucir su pasado, me imagino que Jesús lo hizo con compasión y tristeza por todo lo que ella había pasado.

A medida que continuaron su conversación, Jesús le reveló que Él era el Cristo, el que había venido a pagar la deuda de los pecados de las personas para que se reconciliaran con Dios. De repente, la mujer dejó su jarra en el suelo y fue a contarle a todos sobre su encuentro con Jesús. Gracias a eso, muchas personas que estaban ahí llegaron a creer en Él.

AVANZANDO HACIA LA ACCIÓN

La mujer samaritana no pudo mantener su fe consigo misma. Ella estaba consciente de su pasado y les contó a otros lo que Jesús había hecho en su vida.

Como seguidor de Jesús, tú también estás invitado a contar tu historia a otras personas. Tu historia es simplemente la historia de lo que Dios ha hecho en tu vida. Para contarle a otros tu historia, es una buena idea tenerla escrita para que puedas relatarla bien y explicarla claramente.

Pasa un tiempo hoy para escribir tu historia. Tu historia puede incluir cómo era tu vida antes de comenzar a seguir a Jesús, cómo comenzaste a seguirlo y cómo ha sido tu vida desde que comenzaste a seguirlo. No tiene que ser larga y complicada. De hecho, debes tratar de contar tu historia en aproximadamente dos minutos o menos. Simplemente, cuenta la historia de como Jesús cambió tu vida.