Primeros Pasos: Bautismo

Estudio Bíblico de Juan: Día 1

Lee Juan 1:1-51.

Cuando sepamos quién es Jesús, comenzaremos a descubrir quiénes somos nosotros. Nadie entendió esta verdad mejor que un hombre al que llamamos Juan el Bautista. De hecho, en el inicio del libro de Juan, aprendemos que todo lo que Juan el Bautista sabía sobre Jesús le ayudo también a descubrir más sobre su propia identidad.

El libro de Juan comienza hablando de Jesús, a quien en las escrituras se refiere como “La Palabra”. La Palabra es uno de los nombres de Jesús que aparece en el libro de Juan y el cual nos enseña sobre quien es Jesús. La principal preocupación del autor del libro de Juan es que los lectores sepan que Jesús es Dios. Para probar que Jesús es Dios, Juan nos dice varias cosas sobre El en estos versículos. Él ha existido siempre (Juan 1:1). Estaba con Dios en el principio (Juan 1:1). Él es Dios (Juan 1:1). Todo fue creado a través de Él (Juan 1:2). Y, en Él hay vida y luz (Juan 1:4). Todos los conceptos presentados en estos versículos están diseñados para que podamos ver que Jesús es Dios.

Después de conocer quién es Jesús, aprenderemos sobre quien es Juan el Bautista. Juan el Bautista era el primo de Jesús (puedes leer todo sobre su nacimiento en el capítulo 1 de Lucas). Juan 1:6 explica que Juan el Bautista fue enviado por Dios y su misión más importante era contarle a la gente sobre Jesús. Debido a su misión, Juan el Bautista comenzó a enseñar y predicar a muchos grupos de personas. A medida que su influencia creció, la gente comenzó a preguntarle a Juan el Bautista sobre quién era él. Pensaron que debía haber algo especial en él debido a los conceptos que había estado enseñando.

¿Cuál fue la respuesta de Juan el Bautista cada vez que la gente le preguntaba quién era? “Yo no soy.” Juan no era Dios o el Salvador del mundo. Y nunca tuvo miedo de admitir ante toda la gente que no era una persona especial. En lugar de haber querido ser famoso, construyó un nombre para Jesús.

Porque Juan el Bautista sabía quién era Jesús, también sabía quién era él. Pasó toda su vida difundiendo el nombre de Jesús para que fuera conocido. ¿No es eso lo que sucede cuando llegamos a conocer a Cristo? Cuando recalcamos la importancia del nombre de Jesús, la importancia de quienes somos se convierte en algo muy pequeño.

¿Jesús ha hecho una diferencia en tu vida? ¿Dedicarás tu vida para que sea conocido?

No te estoy pidiendo que dejes tu trabajo, vayas al desierto y comiences a sermonear sobre Él. Te estoy pidiendo que hoy elijas vivir una vida dedicada a Cristo, así como Juan el Bautista lo hizo, sin detenerte ante nada para hacer que el nombre de Jesús sea más famoso

AVANZANDO HACIA LA ACCIÓN

Conocer a Jesús nos ayuda a saber quiénes somos. Cuando la gente le preguntaba a Juan el Bautista sobre quién era él, a menudo respondía: “Yo no soy.” Él no era Jesús, aquel a quien todos habían estado buscando. De la misma manera, cuando pensamos en quiénes somos, nuestra mentalidad debería ser similar a la de Juan. Nuestra respuesta también debe ser, “Yo no soy.” El entender que no somos Dios y que muchas veces no podemos controlar nuestro entorno, nos sirve como recordatorio para depender de Dios en nuestras debilidades.

Toma unos momentos en tu cuaderno o diario para hacer una lista de las áreas donde necesitas que Dios intervenga o donde has fallado en el pasado. Después de hacer esta lista, vuelve a poner tu atención en Dios, quien a menudo se refiere asimismo como “YO SOY” en la Biblia. Ora a Él, pidiéndole que intervenga y trabaje en tu vida en las áreas donde has tenido problemas o donde necesitas la intervención de Dios.

La gran noticia, mi amigo, es que Dios es todopoderoso y en las áreas donde seamos débiles, Él es fuerte.