»No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón. (Mateo 6:19-21) Si adoramos el dinero, nos convertiremos en una persona codiciosa.
»No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón. (Mateo 6:19-21)
Si adoramos el dinero, nos convertiremos en una persona codiciosa.
Si adoramos el sexo, nos convertiremos en una persona lujuriosa.
Si adoramos el poder, nos convertiremos en personas arrogantes.
Si adoramos el amor y la aceptación, nos convertiremos en esclavos de los demás.
Si adoramos la belleza externa, nos volveremos superficiales.
Si adoramos la comodidad, la apatía nos moldeará.
Jesús contestó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” (Mateo 22:37)
Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. (Mateo 6:33)
Así que el Señor dice: «Este pueblo dice que me pertenece; me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí. Y la adoración que me dirige no es más que reglas humanas, prendidas de memoria. (Isaías 29:13)
Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. (Romanos 12:1)
1. Haz de la iglesia una prioridad.
Cuando llegó a Nazaret, la aldea donde creció, fue como de costumbre a la sinagoga el día de descanso y se puso de pie para leer las Escrituras. (Lucas 4:16)
2. Llega a tiempo y ven preparado.
Cuando entres en la casa de Dios, abre los oídos y cierra la boca. El que presenta ofrendas a Dios sin pensar hace mal. (Eclesiastés 5:1)
3. Participa en lo que está pasando.
Cantando salmos e himnos y canciones espirituales entre ustedes, y haciendo música al Señor en el corazón. (Efesios 5:19)
Alábenlo con un fuerte toque del cuerno de carnero; ¡alábenlo con la lira y el arpa! Alábenlo con panderetas y danzas; ¡alábenlo con instrumentos de cuerda y con flautas Alábenlo con el sonido de los címbalos; alábenlo con címbalos fuertes y resonantes. ¡Que todo lo que respira cante alabanzas al Señor! ¡Alabado sea el Señor! (Salmos 150:3-6)
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