Además, mis amados hermanos, quiero que sepan que todo lo que me ha sucedido en este lugar ha servido para difundir la Buena Noticia. (Filipenses 1:12)
. . . —¿Es legal que azoten a un ciudadano romano que todavía no ha sido juzgado? (Hechos 22:25)
Además, mis amados hermanos, quiero que sepan que todo lo que me ha sucedido en este lugar ha servido para difundir la Buena Noticia. Pues cada persona de aquí—incluida toda la guardia del palacio—sabe que estoy encadenado por causa de Cristo; (Filipenses 1:12-13)
y dado que estoy preso, la mayoría de los creyentes[a] de este lugar han aumentado su confianza y anuncian con valentía el mensaje de Dios sin temor. (Filipenses 1:14)
Es cierto que algunos predican acerca de Cristo por celos y rivalidad, pero otros lo hacen con intenciones puras. Estos últimos predican porque me aman, pues saben que fui designado para defender la Buena Noticia. Los otros no tienen intenciones puras cuando predican de Cristo. Lo hacen con ambición egoísta, no con sinceridad sino con el propósito de que las cadenas me resulten más dolorosas. (Filipenses 1:15-17)
Pero eso no importa; sean falsas o genuinas sus intenciones, el mensaje acerca de Cristo se predica de todas maneras, de modo que me gozo. Y seguiré gozándome . . . (Filipenses 1:18-19)
Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún mejor. (Filipenses 1:21)
Cada vez que te sientas solo, recuerda la promesa de Jesús de que seguramente Él estará con nosotros siempre hasta el fin de los tiempos. — Mateo 28:20
Cada vez que te sientas débil, recuerda que la fuerza de Dios se perfecciona en la debilidad. — 2 Corintios 12:9
Cada vez que hayas fallado, recuerda la promesa de Dios de que... si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo y nos perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda maldad. — 1 Juan 1:9
Cada vez que estés tentado a perder la esperanza, recuerda que ponemos nuestra esperanza en el Señor. Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. - Salmos 33:20
Cuando estés al borde de la muerte, recuerda la promesa de Jesús. . . -Juan 14:2-3
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